La montaña, así como un espacio increíble y maravilloso, lleno de energía y libertad, es y debe ser un espacio de respeto, de humildad y de mucha sinceridad. En un mundo cada vez más cómodo y más apegado a las facilidades de la vida citadina, las montañas, se plantean aún, como uno de los pocos espacios sobrevivientes, alejados de esta lógica de vida que parece comer, y comerse todo actualmente. La montaña se plantea como un espacio de retos, de sueños, anhelos y objetivos, es un espacio que nos lleva a soñar, y a vivir intensamente. Como lo decía el gran Gaston Rebuffat, concibiéndolo no como un deporte, sino como una vida “entre el cielo y la tierra” y “conduciendo a su cuerpo allá, donde un día sus ojos lo soñaron”.
Creo yo, como todo en la vida, que para iniciar alguna nueva aventura y actividad, y más aún, una de riesgo como el montañismo, vale la pena rodearse de gente que sepa lo que hace, y además, sepa enseñar y transmitir ese conocimiento. Todos, incluido yo, hemos pasado por la etapa en la que creemos saber lo suficiente, pero el aprendizaje nunca debe terminar. Más allá de si mi intención es ser un montañista amateur o llegar a profesionalizarme en la montaña, uno nunca debe dejar de lado, el interés y el hambre por aprender. Hace 20 años que inicie mis aventuras montañeras, no habían tutoriales en youtube, ni miles de páginas y foros web donde recurrir ante las dudas. Eran años donde los libros de montaña eran verdaderos tesoros, y aquellos que los atesoraban, (Como olvidarle a mi gran amigo y hermano Pablo, y su inmensa colección de montaña) eran siempre generosos para compartir no solo el libro, sino una buena charla y conversación de montaña. Con la cantidad de herramientas que hay hoy por hoy, hay que seguir alimentando el hambre de aprender, de estudiar, de probar y reprobar, pero siempre con seguridad. Los que tenemos la suerte de pasar muchas horas de nuestra vida en las montañas, lamentablemente vemos muchísima gente haciendo cosas, por decirlo de una manera bien política, muy mal hechas. Entre otras, el Cotopaxi es el lugar perfecto para ir a aprender, en muchísimos casos, que no hay que hacer. Es importante rodearse de profesionales o de gente de experiencia, que les enseñen y transmitan, una forma correcta y segura de ir a la montaña. Que les inculquen que el uso de casco de montaña (No el casco de bici ni el empolvado de cuando tenía 5 años) tiene una razón de ser. Que ir salir a la montaña con mi kit mínimo de emergencia (Manta térmica, impermeable, pito, linterna, pilas extras y algo de dinero), no es negociable.
Soy un fiel creyente de que no solo vale el resultado, sino el camino y el cómo se recorre. De hecho, para mí, el último es el más importante. No solo es ir por ir, es ir bien preparados, bien entrenados, de manera responsable y consiente. Siempre respetando a la naturaleza, a los amigos, a la gente y obviamente a la montaña. He ahí la real cumbre y el real disfrute de las aventuras.